miércoles, 12 de mayo de 2010

El saber no ocupa lugar,...o sí?

 Red Bull; ese torito bravo...
A principios de los años ochenta del siglo pasado, Dietrich Mateschitz empresario austriaco, trabajaba para Blendax, un fabricante de pasta dental encuadrado dentro de Procter&Gamble. Parte de su trabajo consistía en viajar, y en uno de estos traslados a Asia, en 1982, Mateschitz descubrió una bebida que le quitaba el jet lag, ese cansancio corporal que se produce cuando se cruzan en avión muchos husos horarios. Los conductores asiáticos compraban en las gasolineras una bebida tan energética que les mantenía despiertos y les evitaba accidentes.
En Tailandia esta bebida se llamaba Krating Daeng, que significa algo parecido a "toro rojo". No sólo los conductores sino los albañiles y hasta los agricultores asiáticos la bebían para mantenerse en plena actividad. Su contenido está basado en un ingrediente llamado taurina, ácido aminoetano sulfónico, que, en teoría, otorga al consumidor un vigor inusual. Si se le añade guaraná y ginseng, los efectos son aún mayores.

Mateschitz se alió en 1984 con el empresario tailandés Chaleo Yoovidhya para fundar la empresa. Con una inversión entre los dos que no superó el millón de dólares lanzaron por fin en 1987 Red Bull en Austria. Diseñaron un logotipo que representaba a un toro rojo sobre fondo azul y poco a poco, los europeos descubrieron los efectos potenciadores de esta bebida.

Muy pronto la bebida se extendió por Europa e incluso por EEUU pero desde el principio ha recibido muchas críticas porque le la asoció con el insomnio, el nerviosismo, el dolor de cabeza y la taquicardia.
En once estados de la República Federal de Alemania está prohibida. En Francia no se puede beber. En EEUU, las autoridades escolares no la recomiendan a los atletas jóvenes que deseen hidratarse pues no es una bebida isotónica.
Red Bull aclara que, según los informes científicos, la bebida no tiene efectos negativos sino que ayuda a aumentar el rendimiento corporal. Pero, desde luego, el marketing de la empresa no duda en establecer paralelismos entre sus efectos y los deportes más aguerridos o llenos de adrenalina como la Fórmula 1 o el esquí extremo.

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